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El CECUR, Centro Cultural Recreativo, se define como un Movimiento infantil y juvenil, de confesionalidad católica, adscrito al Instituto Secular Cruzada Evangélica e inscrito en la Pastoral Juvenil de la Iglesia, dentro de sus respectivas diócesis.
Tomamos como propio el marco para la Pastoral de la juventud propuesto por la Conferencia Episcopal Española, que la define como “toda aquella presencia y todo un conjunto de acciones a través de las cuales la Iglesia ayuda a los jóvenes a preguntarse y descubrir el sentido de la vida, a descubrir y asimilar la dignidad y exigencias de ser cristianos, les propone las diversas posibilidades de vivir la vocación cristiana en la Iglesia y en la sociedad, y les anima y acompaña en su compromiso por la construcción del Reino.”
Como medio apto para participar en el fin del Instituto de reevangelización de las clases populares, en el campo tan necesario de los niños y los jóvenes, el Movimiento se propone como finalidad primordial colaborar en la formación integral de sus asociados haciéndoles conscientes de la realidad en que viven, protagonistas de su propio crecimiento personal y de la transformación de su entorno con un espíritu abierto a la trascendencia.
1. Deseo de superación, que requiere un espíritu esforzado, especialmente ante las dificultades. Uso responsable de la libertad, que se concreta en autonomía personal, espíritu crítico para pensar y decidir sin prejuicios, capacidad de análisis y valoración objetiva de situaciones, responsabilidad ante las consecuencias de las decisiones personales.
2. Testigo y apóstol en el propio ambiente, con una propuesta de vida cristiana como respuesta a los problemas que afloran especialmente en la juventud. Son cristianos jóvenes quienes mejor pueden hablar y significar cómo vivir hoy el mensaje del Evangelio entre sus iguales.
3. Encuentro con Jesús en la oración y los sacramentos, especialmente en la Eucaristía y la Reconciliación, convencidos de que sólo en Él podemos encontrar la respuesta al misterio de la vida. Cultivar la escucha de la Palabra De Dios en la oración y en la formación permanente.
4. Devoción a María, Madre de la Iglesia y madre nuestra, modelo de vida de fe, compañera y fuerza en el camino.
5. Amor a la Iglesia, comunidad de creyentes. Tener conciencia de Iglesia: que el cristiano no trabaja en nombre propio, sino como enviado de la comunidad; es un miembro misionero de la comunidad.
6. El grupo considerado como espacio de crecimiento y maduración cristiana. Grupo abierto donde se pueda experimentar la amistad y la convivencia y celebrar la fe; donde se pueda valorar con criterios claros los errores y aciertos de nuestro tiempo.
7. Sinceridad de vida y actitudes. No conformarse con llevar la forma de vida que ya se tiene, sino buscar los cambios y las formas de vivir que acercan más a la radical idea evangélica.
8. El sacrificio y la adversidad como participación personal de la Cruz redentora de Jesucristo. Seguimos a un Jesús que, para salvarnos, no eligió lo fácil, sino que llegó al extremo de dar su vida. Los sufrimientos que nos vienen y los sacrificios que aceptamos tienen valor en tanto lo unamos a la cruz de Jesús.
9. Ser personas en el espíritu de las Bienvaenturanzas, es decir, tener el mismo estilo de vida que Jesús: pobreza, bondad, limpieza de corazón, compromiso con la paz y la justicia, capacidad e sentir con el otro, misericordia, perdón, servicio a los demás...
10. El estudio y la formación contemplados como medios de madurez y crecimiento personal y, al mismo tiempo, como recursos necesarios para servir mejor a los demás.
Todo esto vivido con la alegría y el entusiasmo que surgen del sentirse hijos queridos de Dios, seguidores del único que es el CAMINO, la VERDAD, y la VIDA, y en la huella de nuestro Fundador, D. Doroteo Hernández Vera.